Sin aliento

Me desperté y él todavía seguía a mi lado. Me sentí contrariada, no sabía qué hora era, pero no esperaba verle tendido a mi lado al despertar. No tenía nada en contra de él, aparte de que pensara que era un gilipollas integral, pero prefería haber amanecido sola al nuevo año. Carraspeé, pero mi acompañante no se inmutó. Le zarandeé, primero suave y después con fuerza, tendiéndome sobre la cama al comprobar que conseguía mi propósito.

– Estás despierto -dije, estirando los brazos.

– Sí, eso creo -me contestó todavía medio dormido, sin recordar muy bien dónde y con quién estaba.

Al fin pareció cuadrar la situación, sonrió y se acercó a besarme. ¡Cómo odio que hagan eso! Ese aliento asqueroso te invade y tienes que contener las ganas de apartarte y enjuagarte la boca. Pero siempre me dan pena y me contengo. Qué asco.

– Estuvo bien, ¿verdad? -dijo.

– Sí, sí, brutal – respondí con desgana.

– Bueno, feliz año.

Me había enrollado con el lenguaraz de la fiesta.

– Sí, sí, feliz año.

Y el tío sin moverse. Yo estaba desnuda y no tenía ninguna gana de que me viera sin ropa. A pesar de todo lo que habíamos hecho, no dejaba de ser un desconocido. Pero el tío no arrancaba. ¿A qué esperaba? ¿A qué le ofreciera un chocolate con churros? Miré el reloj. Las dos de la tarde, ¿qué pasa, que no tenía familia con la que irse a comer en año nuevo? ¿Unos padres, unos hermanos o una abnegada esposa? Al fin pareció que se movía.

– ¿Un chocolate con churritos para empezar el año?

La madre que lo parió. Estuve a punto de echarle a patadas, pero recordé que yo era una señorita y debía comportarme. Eso y que realmente fue brutal y siempre está bien mantener buenas relaciones con artistas de ese tipo.

– ¿Chocolate con churros? ¿Por qué no?, ve a comprarlo mientras yo me visto.

Con un poco de suerte se perdería y su neurona masculina le impediría preguntar, me lo quitaría de encima y podría quedarme sola para hacer mi lista de propósitos de año nuevo.

Él asintió ilusionado, se levantó, cogió su ropa y se vistió con resolución. ¡Eso, tu vete sin duchar, después de todo lo que hicimos! El recuerdo me hizo sonreir. Sí definitivamente no podía echarle a patadas, aunque le oliese el aliento por la mañana, ¿y a quién no le huele? Y aunque fuese un poco cerdote, ¿qué más da? Si me viene con el alerón cantando, pues numerito en la ducha. Sí, era definitivo, nos volveríamos a ver, tú vete por el chocolate y los churros, que no te digo yo que no volvamos a estrenar el año.

Antes de irse, se acercó a mí y me besó con pasión. ¡Qué horror! Lo del pestazo de su boca casi era lo de menos. No aguanto esa manía de los tíos de meterte toda la lengua de golpe, en plan chuletón de Ávila, y luego, ¿pero qué haces? ¿Es qué has puesto el programa de centrifugado? Mira que cómo me toques la campanilla te vomito. Pero para ya, ¡qué me vas a dislocar la lengua!

Al fin se detuvo y me miró en plan: soy el mejor amante del mundo, nena. Y me dijo:

– En seguida vuelvo, nena -aunque su cara seguía diciendo: soy el mejor amante del mundo nena.

En cuanto cerró la puerta corrí al baño a lavarme los dientes. ¡Puaj, que asco! su horrible sabor parecía que no se iba ni con enjuague bucal. Con las prisas seguía desnuda. Me miré al espejo. Quizá este año debería apuntarme a un gimnasio. Bueno, antes de hacer cosas a la tremenda sería mejor consultar a un cirujano plástico, ya vería. Mi cuerpo desnudo me hizo recordar a mi amante de año nuevo. En unos minutos regresaría con el chocolate, los churros y la porra. Sonreí de nuevo. No sé por qué no pude parar ahí y me vino a la mente la sensación de mi cuerpo impregnado de su olor bucal, aderezado con chocolate. Era una lástima, pero no lo podía permitir. Corrí a la ventana y miré a la calle. Allí venía, sonriente, con la bolsa del desayuno, su cuerpo sin duchar y su aliento apestoso. Parecía que podía olerlo desde allí. ¡Rápido, piensa algo, rápido!

A la desesperada empujé el tiesto que decoraba el alféizar de mi ventana. Precisión milimétrica, en toda la cabeza. Lástima, finalmente no desayunaría churros en año nuevo.

Entré en la ducha y disfruté del jabón y las sales de baño. Me hice un café e impregné toda la casa de su maravilloso olor y me senté, abrazada por mi suave y esponjoso albornoz con su frescor a lavanda, a tomarlo tranquilamente, degustando su aroma. Abrí una libreta y empecé a escribir.

«Propósitos para 2012:

1) Comprar una planta para la ventana…»

12 Comentarios Agrega el tuyo

  1. Me he reído mucho, me has alegrado la mañana… muchas gracias.

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    1. Jorge Moreno dice:

      Me encanta alegrar el día a la gente. Gracias por tu comentario.

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  2. orgav dice:

    Realmente gracioso, me ha encantado. Yo creo que debería pensar seriamente en el proposito para el año…. Jajaja. Lo que más me gusta es con la naturalidad que escribes, sin enredos ni palabras rebuscadas, se convierte en un relato lleno de vida. Gracias

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    1. Jorge Moreno dice:

      Muchas gracias Verónica. A veces nos enredamos en aparentar cosas y nos olvidamos que la sencillez y la claridad también son virtudes.
      Saludos

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  3. L.Pereda dice:

    Bueno, parece que a la chica lo de la falta de higiene no le va.
    Me ha gustado lo de consultar antes con un cirujano plástico, ja, ja. Lo del gimnasio es demasiado agresivo para el cuerpo, ja,ja.

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    1. Jorge Moreno dice:

      Sí, las decisiones hay que tomarlas con calma, nada de hacer locuras.

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  4. BANDOLERA dice:

    ¿Seguro que era un desconocido?? XDD!!!!! Gracias por hacerme sonreír.

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    1. Jorge Moreno dice:

      Lo juro, lo juro.
      Me alegro de que te divierta.

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  5. Marta Fontán dice:

    Muy divertido

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  6. Excelente Jorge, me has dejado sin aliento!

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    1. Jorge Moreno dice:

      Muchas gracias, me alegro. Espero que ya hayas vuelto a respirar

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