No puedo más. Tengo que acabar con ella.
Cuando la vi por primera vez no me hizo mucha gracia, pero reconozco que despertó el interés en mí. Podría aportarme cosas nuevas, una nueva etapa en mi vida, incluso darme lo que me faltaba en mi relación con los demás, mostrarme diferente ante ellos.
A los pocos días, empezó a parecerme atractiva y ya la acepté como algo más de mi vida. Éramos inseparables. Me gustaba mirarla, contemplarla, recrearme en su singularidad, diferente a todos los demás. Incluso a veces hacía un descanso en el trabajo e iba a verla. Creo incluso que llegué a quererla.
Pero ya no. No puedo. La odio. No la aguanto. Cada vez que la veo, su sola presencia no hace más que recordarme el abismo hacia el que me dirijo. Me gustaría que fuese igual que el resto, pero por más que lo intento no cambia, al final sigue siendo la misma.
Tengo que acabar con ella. Es drástico, lo sé pero no tengo otra forma de alejarla de mi vida, haga lo que haga siempre vuelve. He pensado de todo, incluso quemarla, pero las consecuencias serían más graves que su propia presencia.
No sé cómo han llegado estas tijeras a mi mano. Sé que tengo que utilizarlas. No sé si será suficiente, pero tengo que hacerlo. Allá voy, despacio, lento, sigiloso, como si quisiera sorprenderla, como si deseara que no me descubriera, como si esperara encontrar un motivo para no hacerlo, al fin y al cabo, ha sido parte de mi vida, aunque ahora la odie.
La veo, sigue igual que siempre, no ha cambiado ni cambiará. Empuño las tijeras, las abro y ejecuto la maniobra con destreza.
¡A la mierda cana!
Mal hecho. Ahora ya nunca te librarás de sus hermanas. A no ser que decidas arrancarte el cuero cabelludo.
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¡Arrancar el cuello cabelludo! No se me había ocurrido. ¡Gracias Jaime!
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Jijijiji..
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Gracias por tus risas, Cecilia.
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Muy bueno. jajaja
Saludos.
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Gracias, Rotze. Me alegro de que te haya gustado.
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Sorprendente y fantástico Jorge! Ha sido un placer volver a leerte! Saludos desde México!
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Muchas gracias, Irma. Pásate cuando quieras, el blog está abierto a cualquier hora del día en ambos continentes.
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Como siempre genial. Besos
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Muchas gracias, Marta.
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Siempre que leo tus relatos pienso en como va a terminar y nunca acierto, me llevo una sorpresa,
y por eso no puedo dejar de leerlos
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Muchas gracias. Nada es lo que parece, o quizá sí…
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Hola, Jorge,
Me ha parecido buenísimo!!! Un final sorprendente.
Un abrazo…
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Muchas gracias, María. me alegro muchísimo de que te haya gustado.
Un beso
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Muy bueno!!! Deberías decirte solo a escribir, te lo digo siempre. Bss
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Muchas gracias por el apoyo, Imara. Personas como tu son las que ayudan a seguir siempre adelante buscando realizar lo sueños.
Un beso.
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Genial Jorge, me gusta los giros que le das a tus relatos, lo ameno que resulta leerlos por su escritura sencilla. Se puede aprender mucho con ellos. Mil gracias por escribir. Ya sabes, saludos desde Sevilla.
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Muchísimas gracias, Verónica. Siempre vienen bien tus ánimos desde Sevilla.
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Pobre cana. Ahora te saldrán más. Me he reído. Saludos. Ana.
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Gracias, Ana. Me alegro de haberte hecho reír.
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Bueno ,me doy cuenta que la aparicion de canas tambien es drama para un hombre relativamente joven y encuentro.genial que a traves de un simpatico relato lo confrontes.
Yo por el contrario estoy en la etapa de «aceptar las canas»y me parece que por mediobde un cuento (ya que trato de escribir)podre asimilarlo chau
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