El mejor día de mi vida

Hoy ha sido el mejor día de mi vida. Mucho mejor que cuando me enrollé con Sebas antes que la estúpida de Piluca García. Y mucho mejor que cuando me presentaron a Paris  Hilton. Bueno quizá no tanto. O si. No sé. Paris es Paris. Bueno, que yo creo que hoy ha sido mi día más feliz.

Anoche me quedé a dormir en la casa de la sierra. Cómo me gusta esta casa, sus jardines, sus piscinas, sus habitaciones, sus cuartos de baño, sus perros, sus criados. Si alguna vez papá la vendiera les echaría mucho de menos. Y a los criados también. Son tan entrañables, tan serviciales. Recuerdo que una vez despedimos al jardinero porque me salpicó mientras tomaba el sol y cuando se fue me juró que nunca se olvidaría de mi. ¡No es un encanto!. Me sentí un poco mal, por el despido y todo eso, pero es que estaba súper bien y me asusté un montón cuando me mojó.

Bueno, que me desvío. Hoy es mi cumpleaños. Dieciocho años. Vale, no. Cumplo veinte, pero es que todavía no he asumido lo vieja que soy. Total, que yo estaba súper depre y esperaba que papá me hiciera un buen regalo para intentar superarlo. Papá es un encanto, pero con tantas cosas en que pensar, a veces hay que ayudarle un poquito, así que le mandé a la Blackberry los enlaces a las páginas de Ferrari y a la clínica de estética. Definitivamente hoy tendría mi 599 GTB Fiorano y la cita para mis nuevos pechos. Apenas he dormido por la emoción y me he levantado temprano. Me duché, me puse algo cómodo y fui a la terraza, a esperar mi desayuno y el regalo de papá, disfrutando del paisaje de la sierra mientras escuchaba mi ipod. Me hice la tonta cuando le vi acercase, junto a Rebeca, su novia. No aguanto a Rebeca, y no por esos rollos de que sustituye a la madre, lo que no aguanto es que papá insista en que nos hagamos amigas y nos llevemos bien. Vale que solo tenga cinco años más que yo, pero se acuesta con papá, y siempre podrá conseguir de él más que yo con mis sonrisas y pucheros. No puedo competir con ella. Bueno, que me desvío otra vez. Pues eso, que me hice la despistada y me mostré sorprendida cuando papá me gritó «¡Felicidades, princesa!». Me lancé a sus brazos, mientras buscaba con la mirada mi regalo. Al final me dio un sobre con nerviosismo y lo cogí ansiosa, respondiendo fríamente con dos besos a la felicitación de Rebeca. Un sobre. Empecé a preocuparme. Quizá Ferrari hubiera cambiado las llaves por una tarjeta. Lamenté no haber mirado antes en el garaje, pero ya era demasiado tarde, así que lo abrí. Me desmayé.

Cuando desperté deseé que todo hubiera sido un sueño, pero la cara de preocupación de  papá, el corrillo que me hacían los criados y la sonrisita de Rebeca, me hicieron perder la esperanza. Miré al suelo y allí vi el contenido del maldito sobre. Un cartoncito minúsculo y rectangular en el que ponía METROBUS y un vale para una limpieza facial en Estética Pilar. Sentí que mi cuerpo se llenaba de ira, que lancé intermitentemente a los ojos de mi padre y a los pechos de Rebeca. ¿Pero esto qué es? O todas o ninguna. Empecé a gimotear y hacer pucheros preguntándole el porqué. Me dijo no sé qué de la crisis mundial. ¿Os lo podéis creer? Le dije que me parecía súper fuerte. Que si habían tenido una crisis, que fueran al sicólogo, como hacemos las personas normales. Luego siguió con no sé qué de las empresas y embargos, pero estaba tan enfadada que no le hice caso. Le grité y me fui a mi habitación.

Había quedado para comer con mis amigas, y solo tenía cinco horas, así que tuve que sobreponerme al disgusto y empezar a arreglarme. A pesar de lo cutre que es, no tuve más remedio que ir a mi cita en el BMW que me regaló papá hace ya un año, eso sí, aparqué detrás del restaurante para que no vieran que no tenía mi 599 GTB. En la puerta me esperaban todas. Bueno casi todas. Faltaba Piluca. Esa asquerosa, siempre queriendo llamar la atención. No sé por qué la invito si me cae mal, aunque tenía que hacerlo, porque si no,iba a quedar fatal y se iba a notar que la odio y, además, en mi cumple siempre tienen que estar las más divinas y Piluca, aunque me pese, lo es. Total, que cuando me vieron,  todas se pusieron como locas, dando grititos, abrazándome y felicitándome. Son tan majas. De repente se callaron y miraron detrás de mí. Me di la vuelta para ver como Piluca se bajaba orgullosa de un Ferrari SA Aperta. y corría hacía mi con los brazos abiertos, vistiendo una camiseta ceñida de D&G. No, no era posible. No podía ser cierto. Pero sí, lo era. Me dio dos besos y me felicitó, abrazándome durante un largo rato. Parecía que no se separaría nunca. ¡La muy zorra, se había puesto tetas! Y encima eran perfectas. Intenté obviar lo de su coche, pero ella enseguida empezó a decir que si era un regalo de su padre, que si hay solo ochenta en el mundo. ¿Entendéis ahora cuando digo que es divina?. Yo le dije que había ochenta y uno, que era mi regalo y lo estaban haciendo y por eso no lo tenía todavía y desvié laatención diciendo que entráramos. Intenté disfrutar y reírme, aunque no podía quitar la atención de la D y la G de la camiseta de Piluca. Me sentí rabiosa, y  pensaba que nada más podía irme mal. Pero si podía. Después de hora y media, pedí la cuenta. Tres mil quinientos euros. A veces me sorprende lo que pueden llegar a comer diez chicas anoréxicas. Creí morir cuando vi al maître volver con mi VISA platino entre unas tijeras diciendo:»Lo siento señorita, pero su tarjeta está cancelada». ¿Os lo podéis creer? Le dije que me parecía súper fuerte, que era imposible y que haría que lo despidieran. Le di la American Express Black y, al rato, volvió con la misma actitud y una sonrisa adornando su
estúpido rostro. Jamás olvidaré su cara. Fue entonces cuando sufrí mi segundo desmayo en el mismo día. Al despertar, lo primero que vi fue de nuevo la cara del maître, sonriendo, pero esta vez de manera diferente. Enfoqué la mirada para ver cómo la sonrisa era para la camiseta de Piluca, mientras ella le daba varios billetes de quinientos euros. Ella, y su  camiseta, se volvieron hacia mí, mientras me decía: «Todo arreglado querida, ya me lo pagarás». Tercer desmayo del día.

Cuando me desperté, me dijeron que Piluca se había ido, que tenía prisa. La muy asquerosa no paraba de fastidiarme el cumpleaños, así que les dije a todas que no estaba bien y me fui a casa.

Cuando llegué encontré parado junto a la entrada un coche súper hortera, con muchos  colorines y unas luces encendidas. ¡Por favor, qué mal gusto! Me molesta mucho que la gente tenga tan mal gusto. No cuesta nada y con un poquito de gusto el mundo sería un lugar mucho mejor. Pero claro, hay gente que solo piensan en si misma y no le importa nada los demás. Siento alterarme, pero es que hay cosas que me sacan de quicio. Bueno, pues entré muy enfadada buscando a mi padre. Le encontré en el jardín con unos hombres muy apuestos, todos de uniforme. Empecé a gimotear y a decirle que tenía que hacer que despidieran al maître del restaurante, que me había roto las tarjetas. Él me respondió que no era el momento y no sé qué de una estafa piramidal y Lehman Brothers, a la vez que levantaba los brazos con las manos muy juntas. El reflejo del sol en sus muñecas me cegó momentáneamente. Me extrañó, porque mi padre no es de pulseras, ni anillos. Él seguía hablando, pero yo estaba tan indignada por su actitud que no le podía escuchar. Aquellos hombres le empujaron hacia afuera y se montaron todos en el coche hortera. Un torbellino
recorrió mi cabeza mientras todas las piezas iban encajando. ¡Papá se había hecho gay!. ¿Os lo podéis creer?. Todo eso estaba siendo súper fuerte para mí y, estaba a punto de desmayarme cuando oí a Rebeca diciendo que se iba, que había perdido el tiempo en esta casa. Cuando me vio empezó a gritarme palabras horribles como “niña tonta” y otras que prefiero no reproducir. Yo la miré muy tranquilamente al pecho y le dije que tenía algo que
pertenecía a esta familia. Fui a la cocina a por un cuchillo, pero cuando volví ya no estaba.

Subí a mi habitación súper mal. Estaba súper cansada y súper depre, así que pensé en  desmayarme, pero no me salió. No se por qué a veces no me sale. Me tiré en la cama y noté algo en mi espalda, era el maldito regalo de papá. Lo iba a tirar, cuando me di cuenta de que el cartoncito y el papel tenían el mismo simbolito, si bien después de el del cartón ponía METROSUR y del otro PAN BENDITO. Esa coincidencia despertó mi curiosidad, y como siempre he tenido una mente bastante despierta, miré en Internet y descubrí que debajo del suelo hay una cosa que se llama Metro y es como lo que salé en las películas americanas y en el que se montan los pobres para entretenerse porque no tienen otra cosa que hacer. ¿Os lo podéis creer? A mi también me costó, pero si lo ponía en Internet, tenía que ser verdad. Como no conseguía desmayarme y todavía era temprano, conduje hasta la estación (que es como se llama al sitio por donde se entra al metro) de PAN BENDITO. Gracias al navegador de mi coche y a la curiosidad llegué hasta allí, aunque estuve a punto de irme porque aquello estaba lleno de gente en chándal y chicas con unas raíces en el pelo súper horribles, pero divisé el cartel de “Estética Pilar” y la curiosidad me pudo. Antes de entrar quise hacerme una foto en el cartel de la estación para enseñárselo a mis amigas. Seguro que no se lo creían. Le dije a un chico que tenía unos papeles en la mano que me la hiciera. Le di mi móvil y me pidió que le sujetara el taco de papeles y me dijo que enseguida volvía. Estuve esperando una hora pero no volvió. El pobre tampoco debía ser de allí y se debió perder. No parecía muy espabilado, así que no se debió dar cuenta de que mi móvil tenía GPS. Mientras esperaba, estuve viendo el taco de papelitos. Por un lado tenían una de las caras de los billetes de quinientos euros, y por el otro, un dibujo de un Ferrari y ponía “Siéntete millonario por un día, alquila un Ferrari desde 10 euros los 5  minutos”. ¿Os lo podéis creer? Ahora ponen publicidad en los billetes. Es súper fuerte. Total, que me fui hacia “Estética Pilar”. Me sorprendí porque al lado había una tienda con ropa súper chula de marcas súper guais, y estuve a punto de entrar, pero no lo hice porque en la puerta había varias personas como japonesas, y pensé que a lo mejor solo era para turistas y no quise hacer el ridículo. Entré en la estética. El sitio era súper pequeño y súper cutre. Le dí a una chica que estaba en la puerta el papel de mi regalo y me dijo que me sentara, que enseguida me atendían. Le dije, que vale, que me dijera dónde estaba la salita y me pusiera un té. Se rió y gritó a una chica que estaba de espaldas: “Pilar, otra con la oferta”. La chica se dio la vuelta. Cuando me vio, su cara sonriente cambio a un gesto de terror mientras su sonrisa se trasladaba a mi cara. Le dije “Piluca, cariño, qué sorpresa, dos besos”, pero cuando me acerqué a ella se desmayó. La muy asquerosa, siempre quitándome protagonismo. En fin, salí de allí contenta, deseando contárselo a mis amigas. ¿Os lo podéis creer? Es súper fuerte. ¡Piluca realmente se llama Pilar!.

Realmente, hoy ha sido el mejor día de mi vida.

2 Comentarios Agrega el tuyo

  1. mª Cruz dice:

    El día mas feliz de mi vida: me ha gustado, en la vida las apariencias engañan

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  2. maria dice:

    estupendo….divertido, agil

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